Dragon Age Wiki
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Ver también: Criatura: Archidemonio, Viejos dioses, Dumat, Urthemiel

Texto del códice

"En eterna oscuridad buscaron,
por aquellos que los habían espoleado,
hasta que encontraron su premio,
su dios, su traidor:
el dragón durmiente Dumat. Su mácula
desvirtuó hasta al falso dios, y el que susurra
despertó al fin, con dolor y horror, y los condujo
a crear el caos en todas las naciones del mundo:
la primera Ruina"

--Threnodies 8:7

Los falsos dioses dragón del imperio de Tevinter yacen enterrados a gran profundidad bajo la tierra, donde están prisioneros desde que el Hacedor los expulso.

Nadie sabe que mueve a los engendros oscuros en su implacable búsqueda de los viejos dioses durmientes. Quizás sea el instinto y se sientan atraídos hacia ellos como las polillas lo hacen hacia la luz. Quizás en su interior haya algún deseo de venganza contra los que incitaron a los maeses a asaltar el cielo. Sea cual sea el motivo, cuando los engendros tenebrosos encuentran a uno de estos ancianos dragones, éste es inmediatamente afectado por la infección y se despierta, retorcido y corrupto. Después, conduce a los engendros tenebrosos a una invasión a gran escala: una Ruina.


Esta sección contiene spoilers de::
Dragon Age: Origins.


Entrando en las Trincheras de los Muertos y ver al Archidemonio: Urthemiel era el antiguo dios de la belleza de Tevinter. En tiempos remotos era adorador por músicos, artistas, y poetas. El Festín de Urthemiel era la celebración más grande del año; un acontecimiento que duraba doce días. Se componían y tocaban sinfonías completas en su honor. Ahora no es más que una carcasa enloquecida de lo que era, una carcasa que únicamente alberga el deseo de destruir toda la vida.

Después de que Riordan revela la verdad sobre el Archidemonio: Cuando comenzó la primera Ruina, muchos hombres y mujeres valerosos se lanzaron contra Dumat, el primero archidemonio, con la intención de derribarlo. Sin embargo, no importaba el numero ni la fuerza de sus oponentes, porque el siempre regresaba. Ésta era la prueba, según decían algunos, de su poder divino.

Pero los guardas grises no tardaron en averiguar la verdad. Su sangre infecta los vinculaba al archidemonio y podían oírlo, podían sentirlo, como si muriera y renaciera; su espíritu era atraído para poseer la criatura infectada más cercana. Los engendros tenebrosos eran cascaras vacías, sin mente ni carne, que podían ser doblegadas y reformadas a la imagen del dragón. Aun así, el alma de un hombre no era tan maleable. Cuando el brazo de un guarda lanzaba el golpe fatal contra Dumat, el espíritu del viejo dios era atraído, no hacia un engendro tenebroso, sino hacia hombre que lo había matado. En ese momento, las almas del guarda y del archidemonio eran completamente destruidas y el dragón no volvía a levantarse. La Ruina había terminado.


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